La importancia de la zona 2 en el ciclismo, según el modelo trifásico
La zona 2 del modelo trifásico de Skinner es la zona que se encuentra situada entre el primer y el segundo umbral ventilatorio (entre VT1 y VT2). Es decir, intensidad comprendida hasta aproximadamente el 65 % y el 85 % del consumo máximo de oxígeno.
En el mundo del ciclismo es la zona conocida como TEMPO (extensivo e intensivo) y SWEETSPOT, dos zonas clave a la hora de mejorar nuestra resistencia a la fatiga.
Es una intensidad con una percepción de esfuerzo moderada-alta. La percepción dependerá, en gran medida, de la intensidad a la que estamos entrenando. No es lo mismo un trabajo al TEMPO extensivo que a SWEETSPOT; el tiempo que pasamos de forma continuada en esta zona también determina la percepción de esfuerzo.
Si el inicio de la zona 2 lo situamos, por ejemplo, a un ritmo de 250 W, no será la misma percepción de esfuerzo cuando llevamos 10 minutos a este ritmo que si lo tenemos que hacer durante 45 minutos.
Como hemos dicho, esta zona recoge todas las intensidades entre el primer y el segundo umbral y, como consecuencia, a medida que aumentamos la intensidad se irán añadiendo demandas fisiológicas que suponen un aumento en la percepción de esfuerzo.
Sustratos energéticos
A nivel bioenergético, esta zona ya empieza a ser bastante demandante de hidratos de carbono y menos de ácidos grasos, de hecho podemos decir que el inicio de esta zona 2 la localizamos justo en el momento en que la obtención de energía, por parte del glucógeno muscular, supera la de los ácidos grasos. No obstante, en esta zona las dos vías están activas.
Será el aumento de intensidad dentro de esta zona la que determinará qué cantidad de los dos sustratos oxida el organismo para obtener energía. Sabemos que los depósitos de glucógeno muscular son limitados y, por tanto, su aporte de energía también lo es. Por este motivo, tener la zona 1 muy entrenada, nos permitirá obtener más energía procedente de los ácidos grasos (una fuente mucho más ilimitada) a más intensidad.
Sistema neuromuscular
Este aumento de intensidad provoca que las fibras musculares tipo I no tengan la suficiente capacidad para cubrir las demandas musculares de la intensidad y, es por este motivo que, las fibras tipos IIa aumentarán su participación para poder sostener el aumento de intensidad.
De nuevo, se ha observado que como más entrenadas están las fibras tipo I, más tarda en aparecer la activación de las fibras tipo IIa. Cabe recordar que las fibras tipo I son las más resistentes a la fatiga, por tanto, tenerlas bien entrenadas nos favorecerá para preservar la participación de las fibras tipo IIa para cuando realmente sean necesarias, puesto que estas no tienen una capacidad de resistencia a la fatiga tan elevada como las fibras tipo I y, como consecuencia, el daño muscular será mayor.
El aumento de intensidad aumenta la glucólisis y, por tanto, la cantidad de lactato generado. Este lactato, durante la fase 2, si hemos realizado correctamente un buen entrenamiento en fase 1 y hemos progresado poco a poco, tanto extensivamente como intensivamente en esta fase 2, nuestro organismo tendrá la capacidad mitocondrial suficiente para reciclar/oxidar el lactato y así obtener energía y evitar una pérdida del equilibrio general de nuestro organismo (homeostasis), hecho que comportará que podamos mantener la intensidad.
La importancia de la zona 2
Esta fase 2 cobra vital importancia en aquellas competiciones de media-larga duración, puesto que ser capaces de mantener esfuerzos largos en esta zona nos permitirá aumentar nuestro ritmo de competición y mejorar el resultado al final de la prueba.
Hay que ser conscientes de que, en gran medida, el poder sostener intensidades en esta fase 2 durante el día de la prueba dependerá, en gran parte, de la capacidad de reponer, sobre todo, hidratos de carbono y, según el entrenamiento que hayamos hecho, minimizar al máximo el daño muscular ocasionado, puesto que de él también dependerá la capacidad de poder seguir teniendo una demanda muscular a esta intensidad.